miércoles, 26 de diciembre de 2007

Que el 2008 nos encuentre unidos

Para ver la animación, haga click sobre la imagen.

viernes, 14 de diciembre de 2007

¿Cómo me ven?

Un acercamiento a la imagen corporativa

Un plan de identidad e imagen corporativa suele asociarse a las grandes corporaciones y a gastos super abultados, sin embargo es una herramienta útil y accesible para cualquier escala de emprendimiento.


Ser y parecer
La identidad, en términos generales, es lo que uno es. Su historia, sus vivencias y su realidad. Su temperamento. La forma de ser, de vestirse, de comunicarse. Es la suma de los rasgos particulares que te hacen único.
La imagen, está directamente relacionada con la identidad, pero vista desde el otro lado: es lo que los demás ven de uno.
Ahí nos encontramos con el primer problema a resolver: no siempre la imagen (cómo nos ven) se corresponde con la identidad (cómo somos).

Un plan de identidad e imagen corporativa, básicamente, apunta a resolver este problema, con el ingrediente de buscar siempre la mejora de la identidad (ser mejor).
Y esta cuestión no es exclusiva de las grandes empresas, se da desde la escala unipersonal y en multiplicidad de ámbitos.

La identidad
Para determinar los denominados rasgos de identidad (esas particularidades representativas) hace falta realizar una investigación profunda. Recabar toda la información posible acerca de la entidad en cuestión.
Una vez reunida se implementan procesos de análisis —para comprender al máximo el problema—, y de selección —para quedarse con los elementos fundamentales—.
Estos rasgos esenciales se pueden dividir en dos grandes grupos:
> Los positivos, sobre los cuales nos debemos apoyar.
> Los negativos, que son los que hay que corregir.
La síntesis final de este proceso se plasma en dos listados de palabras, que enumeran los aspectos negativos y positivos.

La máxima representación de esa identidad es la marca o "logo". Es "el" elemento principal, que debe transmitir los dos o tres conceptos más importantes (positivos), que serán constantes a lo largo del tiempo.




La identidad en la diversidad
El ser humano es un ser social y, como tal, tiende a agruparse para la vida. Desde la familia —como unidad base— tiende a juntarse con otros individuos o grupos que tengan factores en común, los que conforman una cultura propia y que determinan la identidad de grupo. Esta identidad en común les genera un espacio de pertenencia y contención.


Las mujeres jirafa, antigua tradición de la tribu Karen


Como en la antiguedad, las actuales "tribus urbanas" son grupos de pertenencia con claros rasgos identificatorios.

La imagen
Hay tantas imágenes de uno, como personas que la perciben.
La "información" que los demás perciben de nosotros está siempre matizada por los ojos del otro: ante un mismo hecho concreto dos personas tendrán percepciones diferentes, ya que la procesan a través de su identidad que, como sabemos, es única y particular.
Para afrontar la generación de la imagen, debemos comprender la multiplicidad de receptores (en cuanto a edades, experiencias, formación, preferencias, culturas, etc.)
Como en general no podemos dirigirnos a individuos particulares por su cantidad y multiplicidad, tomamos en cuenta como receptores esos grupos de identidad en común habitualmente llamados "segmentos".
De este modo, podemos construir nuestra imagen con mensajes diferentes, adecuados a cada segmento.

Cómo se interviene
Una vez que tenemos conocimiento de la identidad y la imagen (o imágenes) se realizan dos planes que trabajan en conjunto.

En el programa de identidad, se establecen los conceptos básicos de identidad a transmitir, los que determinan la resolución de la marca, y son la base de todas las emisiones que se realicen. Cada una de las comunicaciones deben "contener" esos conceptos y ser portadores de ellos.
Esta implementación traduce a elementos verificables esos conceptos intangibles: los colores, las formas, las tipografías, los sonidos, los movimientos, el logo, el diseño de las piezas gráficas, la cartelería interna y externa, el diseño del local, la voz del contestador, la actitud de la recepcionista, la calidad de los productos, etc. Todos deben trasmitir los mismos conceptos, dar la misma sensación, aunque los elementos sean totalmente diferentes.
Por otro lado, se debe trabajar en forma interna, para que todos los integrantes hagan propios esos conceptos, y éstos se transformen en identidad de grupo.
Un ejemplo: si los conceptos son "seriedad" y "precisión" desde el diseño del logotipo hasta la voz en espera del contestador telefónico, deben "dar esa sensación" de seriedad y precisión. Por otro lado, los integrantes deben sentirse responsables para trabajar siempre con seriedad y precisión, y sentirse miembros de un grupo que se enorgullece de hacerlo de ese modo.

El programa de imagen se orienta hacia afuera, se busca transmitir esos conceptos para que sean recibidos e incorporados por los destinatarios.
Para ello, se dividen los receptores en segmentos, a los que se realizan comunicaciones según sus características, con el objetivo de que el mensaje sea decodificado y aprehendido de la mejor forma.
Siguiendo con el mismo ejemplo, para contarle a un señor de 80 años, de posición acomodada que vive en un barrio exclusivo que trabajamos con seriedad y precisión usaremos una forma discursiva totalmente diferente que para decírselo a un adolescente de barrios populares, aunque el objetivo sea que interpreten los mismo conceptos.

La implementación
Como se describe, esta metodología no es privativa para empresas de gran porte. Cada emprendimiento, a su escala y con sus posibilidades, debería plantearse un procedimiento de este tipo, para que su inversión en identidad, imagen y comunicación sea la más adecuada y provechosa.

viernes, 23 de noviembre de 2007

¿Para dónde?

Un abordaje a la señalización urbana

“Estos carteles dan la impresión de que Buenos Aires es limpia, organizada y está bien pensada. Lo opuesto de las ciudades estadounidenses”, dijo Jack Rasmussen, director del Museo Katzen, Luego de inaugurar la muestra.

En esta exposición se exhibía una retrospectiva de Ronald Shakespear, diseñador argentino, que trabajó sobre el primer Plan Visual y señalético de Buenos Aires, en el año 1971.
Si bien resulta graciosa por lo paradojal, demuestra el peso que tiene la señalización urbana en la imagen de una ciudad.
"Fuimos precursores en América latina —asegura Ronald al diario Clarín—. Era la primera vez que una ciudad se repensaba a sí misma", recuerda sobre ese proyecto de hace casi cuatro décadas.
La esencia de esa señalización urbana fue copiada en los carteles de las esquinas de Gualeguaychú, en las que algunos todavía perduran.



La muestra de Ronald Shakespear


Los viejos carteles de Gualeguaychú, copia de los de Bs.As.


La señalización tiene un objetivo funcional —su razón de ser— pero además tiene otro muy importante: hacer un aporte a la imagen urbana. Su presencia adecuada transmite la sensación de una ciudad pensada, ordenada y preocupada por la calidad de vida de la gente.

El diseño
Las señales deben reunir determinadas condiciones para ser efectivas.
Tienen que poder leerse en un tiempo mínimo, sobre todo las que se ven desde vehículos en movimiento, por lo tanto deben "decir todo" con la mínima información.
Esto determina los dos primeros y básicos conceptos: legibilidad y síntesis.

Por otra lado, su codificación tiene que ser simple y clara, para que sea comprendida por la mayor cantidad de observadores posible (distintas edades, niveles educativos, culturas, grados de visión, etc.)

En general, para su diseño, se tienen en cuenta tres elementos:

Tipografía.
Clara y legible, sin adornos. No de tipo "a mano". No muy abiertas o livianas, ni muy cerradas o apretadas. Debe tener un equilibro entre el grosor del trazo, el diseño limpio y proporcionado y la abertura del ojo tipográfico.

Por ejemplo, así No:


Así Si:


Pictograma (dibujito, flecha, etc.)
Simple y claro. Representa un concepto, y que no permita diferentes interpretaciones.
Se basa en la abstracción para que sea decodificado más rápido. Ignora el detalle individual e intenta posicionarse en la categoría.


No:


Si:

Código cromático:
Debe reducirse a la mínima cantidad de colores, para no sobreabundar en información, y tener máximo contraste para facilitar la lectura.
Este recurso se utiliza para la codificación de niveles de información. Por ejemplo: circuito histórico con un color, circuito deportivo con otro, natural con otro, etc.


Un cartel con codificación cromática en Antequera, España.


A estos elementos de análisis se suman: el material para su realización (durable y seguro), su ubicación para su mejor visión, integración con el contexto para que armonice con la imagen urbana, pero a la vez destacarse del entorno para ser visto, etc.

El sistema, el programa, el plan
El sistema visual debe ser abierto. Es decir, tiene que permitir y dejar prevista la incorporación de nuevos subsistemas o nuevos elementos dentro de estos subsistemas.
Asimismo, el sistema debe integrarse y separase del entorno al mismo tiempo, intentando no afectarlo negativamente. Y prever las consecuencias en los cambios de conductas y hábitos que esta intervención generará.

La señalización urbana es una impronta muy importante en la ciudad, que debe encararse dentro de un programa visual para la misma, y este a su vez es una parte de un plan estratégico.

Recuadro
Las señales en Gualeguaychú

Es evidente la necesidad de generar un nuevo sistema de señalización, acorde al modelo de ciudad que busca ser.
Aparte del requisito básico de orientación e información que tiene cualquier ciudad, ésta tiene como principal actividad de desarrollo al turismo, que exige tener una estructura funcional ordenada, y un sistema de orientación adecuado.
Un ejemplo de esto son los circuitos turísticos autoguiados, los que permiten al visitante recorrerlo sólo a partir de seguir las señales, y con un apoyo gráfico que complementa e informa lo que va viendo en el recorrido.

Las señales actuales tienen serios problemas de diseño y materialización. La incorporación de publicidad atenta contra su lectura, y no tienen mantenimiento.

Lejos de la ciudad gris

En busca de una identidad cromática

Recorriendo la ciudad se observa que su fisonomía está cambiando al ritmo de su crecimiento.
Va dejando atrás la imagen gris hacia una pintada de color.

El color, desde que nacemos, es una herramienta fantástica. Es uno de los primeros elementos que se acercan al bebé para estimular el reconocimiento del mundo que lo rodea.
Para los chiquitos todo es colorido: los juguetes, la ropa, los adornos…
Rápidamente se impone como un rasgo de identificación. El celeste para los varones, el rosado para las nenas.
Y luego como un rasgo de identidad: los chicos elijen su color favorito.
Si bien en un proceso posterior el color asume cargas simbólicas culturales (Rojo: alerta o pasión, Negro: luto o "me hace más flaca", Blanco: pureza, etc.) nunca deja de estar fuertemente vinculado a la identidad de las personas.

Los colores de la ciudad
La comunidad de Gualeguaychú tiene una actitud de generación constante. Históricamente se destacó por su quehacer artístico y cultural, pero no sólo a través de sus figuras relevantes, sino en una copiosa e incesante producción.
Como forma de expresión la gente pinta, hace manualidades, baila, escribe, actúa, teje, trabaja en las comparsas, diseña, esculpe, canta, hace música, crea.
Si bien la manifestación máxima es el carnaval, hay innumerables muestras: exposiciones de arte, talleres de literatura, Gualeguaychú joven, el desfile de carrozas, peñas folclóricas, quema de muñecos… Todo esto se conjuga con un rico paisaje natural poblado de estímulos.

Todas estas características —esa esencia— está trasladándose a la imagen de la ciudad. La gente pinta sus casas. Se dejan atrás los frentes blancos a la cal, o grises cemento. Se abre paso el color.


Esto es importante para nuestro contexto urbano: nos estamos pintando la cara.
Aparece espontáneamente en la necesidad de cada frentista de ver su casa más linda, pero en la suma nos cambia la imagen de la ciudad.
Y puede que a cada uno le encante cómo quedó su casa, pero que viendo todas juntas no nos parezca un entorno agradable.


Las instituciones también buscan una cara renovada, y esta decisión embellece la ciudad. Lamentablemente, la maraña de cables se empeña en afearla.


Contrastes y estilos. La variedad de gustos es amplia.


Se sabe que el todo es mucho más que la suma de las partes, y al decidir la parte tendríamos que pensar en ese todo.

Sería bueno que hubiera paletas de colores sugeridas, que su aplicación aporte a la apariencia general de la ciudad.
Eso permitiría orientar o guiar ese impulso positivo hacia una imagen urbana en sintonía con su identidad y su búsqueda.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Arquitectura, gráfica y comunicación



Una integración positiva

Dando un paseo por Bs. As. me encontré con una heladería (Persicco) que es un buen ejemplo de la sinergia que se produce cuando diseñadores gráficos y arquitectos trabajan en conjunto.

Los partidos formales
Si bien a través de la observación se pueden intuir, prefiero no arriesgar cuáles son los conceptos que le dieron origen a la propuesta visual que nos encontramos. Lo que sí está claro a simple vista son las reglas formales que se utilizaron en el trabajo de esta sucursal, que con claridad atraviesan todos los elementos arquitectónicos y comunicacionales.
El diseño de marca tiene una fuerte presencia, que arrastra o condiciona todos los elementos presentes.

Su isotipo (la parte diagramática, las tres gotitas), con sus curvas tan definidas dentro de una caja cuadrada, determina el uso de las formas en todo el local, no solo en la parte gráfica sino también en la arquitectura. Esas curvas y cuadrados se reinterpretan todo el tiempo, dando lugar a distintas propuestas pero dejando siempre su impronta.



Un claro ejemplo es el cielorraso, que se recorta con una gran curva y la misma se destaca con una raja iluminada. En su superficie se encuentran diseminados cuadrados que son fuentes luminosas.
La puerta de acceso también está inscripta dentro de un cuadrado.

Otro elemento que se destaca en el interior del local, sobre la vidriera, es un espacio de juego para chicos que está delimitado por una barra. Su planta describe la forma de la gota, pero con una propuesta novedosa en su diseño que evita que sea redundante formalmente y le da mejor funcionalidad (el marmol superior se interrumpe y cambia de nivel, generando mesas independientes).

Es destacable en los proyectistas la clara concepción de que la arquitectura también es protagonista en la comunicación, en este caso de la imagen de marca.

Constantes y variables
En un programa de identidad e imagen corporativa es fundamental el equilibrio entre las constantes y variables.
Las constantes se repiten una y otra vez, en todas las emisiones, proponiendo el discurso de fondo que nos permite reforzar la imagen de la marca.
Las variables son elementos nuevos o diferentes, que se van incorporando para generar renovación en el discurso y poder satisfacer las necesidades de los mensajes particulares.
Un ejemplo concreto. La marca Coca Cola se puede recononcer facilmente por sus constantes. Las formales: tipografía cursiva o caligráfica para su logotipo, color rojo dominante, cierto uso de la curva. Las constantes conceptuales: clima de diversión sana y distendida, reunión familiar, afectos.
Segmentando el análisis sólo a sus etiquetas: en ellas habitualmente se introducen variables: ilustraciones navideñas para esa época del año, figuras deportivas en los mundiales, personajes de películas, gráfica de concursos, etc.
Ese diálogo e interacción entre las constantes y variables construye la imagen de marca, la sostiene en el tiempo y permite que fluya sin perder vigencia.

La comunicación aplicada
Esas decisiones proyectuales sobre el edificio y sus formas se verifica y complementa en la gráfica aplicada dentro del local.
En las piezas comunicacionales se destaca el uso del cuadrado como base para la división de los campos y la aparición permanente del isotipo (cuadrado con gotitas).
La paleta cromática seleccionada está dominada por los cálidos (marrones, anaranjados, ocres, bordó). Las fotografías son luminosas, predominando la imagen de producto acompañada de imágenes de personas felices (en general escenas familiares).

Los objetos
Se destaca también el diseño de objetos y mobiliario bajo las normas formales establecidas.
Las sillas, en sus distintos modelos, tiene una perforación en su respaldo con el isotipo.
La forma de la caja contenedora de la moto de reparto también se inspira en las mismas curvas. Esto es un gran acierto, ya que en la ciudad desde muy lejos se reconoce la marca sólo con ver este elemento. Lo mismo pasa con los recipientes contenedores para los productos, transformándose en un objeto que se traslada a distintos lugares con su impronta permanente.

No escapan a esta regla el cartel de precios y la tacita para helado, la parrilla difusora de las heladeras, o los artefactos luminosos del exterior.

Si bien por momentos se percibe cierta redundacia, especialmente en el uso del isotipo, este trabajo evidencia muchos aciertos destacables como producto de la interacción entre diseño arquitectónico y comunicacional.

Los carteles, el turismo y la imagen

Contaminación visual, parte II

Hace unos días escuché en la radio el mensaje de un oyente criticando la reglamentación de carteles en la vía pública. Dijo que era absurdo sacar y achicar los carteles como hicieron en la semipeatonal, si queríamos ser una ciudad turística.
Me dio gracia, yo hubiera dicho lo contrario.



La ciudad turística
Creo que para analizar esa diferencia hace falta preguntarse qué ciudad queremos tener, y luego qué ciudad turística queremos ofrecer.

La ciudad de los carteles
Estoy de visita en Bs.As. y salgo a dar una vuelta por calle Santa Fe. Siento una molestia por el exceso de ruido de los vehículos. Un taxi se estaciona mal en la esquina, un auto que viene atrás clava los frenos y los demás tocan bocina. Pasa el 60 rozando el cordón, haciendo un ruido impresionante. Pisa un charco y nos salpica con agua negra y aceitosa. Sigo. Piso caca de perro. La gente atropella y me hace chocar contra un cartel que está en el medio de la vereda. Un repartidor de volantes me ofrece uno, cuando lo quiero tomar me chocan de nuevo. Sigo. Levanto la vista para ver el semáforo pero es imposible porque me tapa los carteles de los negocios. Hay olor nauseabundo. Piso otra caca de perro. Espero para pasar por el pasillo que deja libre el puesto de revistas. Quiero comprar el diario, pero la marea humana me lleva. Mejor me tomo un taxi. No viene ninguno desocupado. Ahí para uno. Subo y hay olorcito rico. Cuando me relajo un poco, el conductor frena de golpe y murmura: en esta ciudad ya no se puede vivir.


La contaminación
Contaminación es un concepto muy amplio. Generalmente se piensa en un agente nocivo que ensucia el medioambiente, pero va mucho más allá.
Una definición posible: es el cambio o desequilibrio del entorno (natural o artificial) que afecta las condiciones de vida y las funciones vitales.
La contaminación afecta directamente la calidad de vida. Todas esas situaciones agresivas que se mencionaron antes son formas de contaminación (sonoras, visuales, olfativas) que afectan el desenvolvimiento normal y adecuado de las personas.
Es un contexto hostil, que hace la vida menos placentera.

A esta situación se llega por múltiples factores, entre los que se destacan la falta de una reglamentación adecuada (o la ausencia de control eficiente para su cumplimiento) y la responsabilidad social.
Creo que en esto último se centra el problema: la interpretación del espacio público como tierra de nadie, y no como espacio de todos.
Es necesario defender la ciudad y los espacios públicos como el propio hogar. No solamente de las agresiones externas, también de nosotros mismos.
Mantenerla limpia, ordenada y agradable. Cumplir las normas, y exigir que se cumplan.
Y pedirlas cuando no existan.
No delegar las responsabilidades en los otros, hacernos cargo cada uno de las propias, y elegir tener una ciudad diferente, que de placer ser vivida.

La fealdad de mi ciudad

Me levanté diferente, veo cosas que hasta ayer no percibía.
Recorro y observo, me pongo en los ojos de mi visita ¿cómo pasó esto?


Mi casa
Como el desagote del lavarropas se tapó, la manguera atraviesa la cocina hasta la rejilla. La pared destruida alrededor de la llave de paso que el plomero arregló y dejo “abierto por unos días para ver si pierde” está por cumplir su primer añito de vida. La plancha en la mesada. El cenicero lleno de tornillos y figuritas. El cochecito roto, que el bebé dejó de usar hace dos años, duerme en el rincón cargado de libros, ropas y paraguas. Sobre la silla que no se usa, la pila de diarios viejos. De la heladera cuelgan volantes amarillos y facturas de servicios pagadas. Arriba del microondas una serie de frascos vacíos y más abajo la bolsa de basura que anoche me dio fiaca sacar riega su fluído por las juntas del piso. El desorden se multiplica. La angustia también.

Mi ciudad
Salí a recorrer mi ciudad y eso fue lo que ví.

La contaminación
Nuestra región, (y me refiero a región incluyendo nuestra ciudad, provincia, país y países vecinos) está siendo marcada por un tema que hasta hace poco tiempo tenían relevancia relativa a nivel masivo. Surgen espontáneamente, en distintos lugares, grupos —más o menos masivos— que reaccionan frente a un hecho contaminante, defendiendo su calidad de vida. Gualeguaychú es hoy el símbolo más claro: intentan desarrollar el polo pastero más importante del mundo justo ahí, en su rostro. Y se resiste.
Pero hay otras contaminaciones que alteran nuestra calidad de vida, y son también peligrosas. Solo que no nos damos cuenta, porque no son tan concretas como aquella.

La visión
Nuestro cerebro tiene una capacidad limitada de procesamiento de datos. Recibe información que captan los sentidos, los procesa, y elabora su devolución.
La vista es el sentido que mayor cantidad de información le provee y, por lo tanto, el que más lo exige en su capacidad de procesamiento. Cuando el cerebro se ve exedido le pasa lo que a la PC: se cuelga. Se estresa, no puede reaccionar bien, está sobrecargado.
El ejemplo más claro: entramos al supermercado y vamos a la góndola de los lácteos: colores vivos, formas llamativas, personajes de la tele, sorpresitas. Ya ni me acuerdo que venía a buscar. Bueno me llevo este postrecito para el nene, que tiene a Mickey.
Cuando llegué a casa me di cuenta que lo que fui a buscar era el queso para la pizza.
Mi cerebro no pudo procesar tanta información correctamente, se vio superado, y buscó un atajo para salir cuanto antes de esa agresión.

Lo mismo es lo que sucede cuando transitamos por la ciudad.
Carteles, luces, anuncios, vehículos, construcciones, baches, postes, antenas. Todo es un cúmulo de estímulos que percibimos simultáneamente y que nos exige procesar gran cantidad de información extra, y nos desvía la atención. Esto, en el tránsito, es muy peligroso.

La contaminación visual
Investigando, encontré una buena definición: es el cambio o desequilibrio del entorno (natural o artificial) que afecta las condiciones de vida y las funciones vitales.
Como se ve, está en relación directa a nuestra calidad de vida, desarrollo social y la interacción con el medio ambiente.
Las causas de esta contaminación son variadas y de diverso origen.

Pica en punta la publicidad comercial. La carrera por captar la atención del observador apela a cualquier recurso y no hay normativa que resista ni repara en consecuencias: se sobrepone a todo.

Tendidos de cables y antenas. Capítulo aparte. Los cables cruzan en todas direcciones, desordenados, arbitrarios, irrespetuosos. Por arriba de las calles, frente a las ventanas y balcones, por encima de los patios y techos. Las antenas son colosos que nos acechan con sus ojos parábólicos.

Acumulación de basura y objetos en desuso. Los residuos en la ciudad, fuera de lugar o fuera de horario. Los elementos en desuso, en mal estado o abandonados: autos, bicicleteros, carteles viejos. La suciedad en las calles y veredas.

Construcción y edificaciones. Se divide en dos partes. El proceso de obra, donde es habitual invadir las veredas con objetos y cerramientos. Generan incomodidad para circular y afean el espacio urbano. Y el estilo y resolución arquitectónicos. Cómo se inserta esa edificación en el contexto en cuanto a imagen, escala, interacción, etc.

Campañas políticas. Se adueñan del espacio urbano, si te quedás parado un rato te pegan un afiche en la espalda. Postes, cordones, paredes, pasacalles, altavoces (contaminación sonora). Tienen la responsabilidad de quitar todo lo puesto luego de las elecciones, que suele no cumplirse.

Luces e iluminación. La abundancia de luces, suele enceguecer. No permiten ver claramente las indicaciones y señales de tránsito, semáforos y luces de otro vehículos.
Estorban para ver el paisaje (urbano y natural).

En algunos de estos casos suele haber normativas no muy adecuadas, y a veces normas claras que no son respetadas. En otros, hace falta normarlos para evitar sus consecuencias negativas. En todos los casos hay responsables.

Esta nota es una invitación a comprometernos con la calidad de vida en todo sentido. Como ciudadanos, como instituciones o comerciantes, como funcionarios y profesionales. Cada uno puede tomar conciencia y hacer su aporte para vivir en una ciudad digna de ser vivida y disfrutada todos los días.

Hablar de buen gusto ¿es de buen gusto?

Cuando dicen que alguien tiene buen gusto, pienso qué parte le habrán probado.
Si bien es muy habitual decir que algo es de buen gusto, o que alguien lo tiene, esa afirmación me genera cierto sinsabor.


“El 'buen gusto' es un no sé qué que agrada..." Boffrand (1745)

Hace algún tiempo conversábamos sobre una edificación que estaba terminando de construirse —si mal no recuerdo era una casa— y uno de los participantes de la charla dijo: —“Ni siquiera tiene buen gusto”. Esa enunciación me generó una gran incomodidad, sobre todo por quién lo decía: un arquitecto.
Me quedé pensando cuál sería la definición de “buen gusto” para poder evaluar la casa según esa norma de valoración proyectual o constructiva.

Cuando se habla de buen o mal gusto, suele ser una definición taxativa, que traza una raya clara y divisoria: es o no es, se tiene o no se tiene. Lo llamativo de eso es que no hay nada más subjetivo que el gusto: al decir “no me gusta”, se hace una evaluación personal, se restringe exclusivamente a quien la expresa.

El buen gusto, se podría definir como una percepción positiva colectiva. Más simple: sería un conjunto de “me gusta” que es compartido por varios.
Esto nos obliga en principio a preguntarnos compartidos por quién. Suponemos que por algunos, por un grupo. ¿Y cuándo?. En ese momento. Tal vez en otro no, ante la modificación de la realidad o el cambio de las personas.
Entonces agregamos, es una percepción positiva colectiva de un grupo, en un determinado momento.

¿Cómo se obtiene?
Una alternativa, que es bastante graciosa, es la de hacer el Curso de Buen Gusto que dictan en la Universidad Nacional Menéndez Pelayo, de España.
En 5 días, y por unos módicos 120 euros salimos diplomados en buen gusto.
La opción más tradicional es la de ir construyéndolo en base a la experiencia y el aprendizaje.


Desde antes de nacer (a través de los sonidos por ejemplo) nos vemos afectados por la comunicación del contexto. Nos desarrollamos en el seno familiar, donde cada uno ya tiene el propio: les gusta determinadas cosas, y otras no.
A medida que crecemos, vamos construyendo nuestra escala de valores para manejarnos en la vida. Dentro de ese paquete entra la porción del buen gusto.
Vamos aprendiendo qué es lindo, y qué feo, que cosa está bien y cuál mal, lo agradable y lo repulsivo. Toda esta información se va ordenando y codificando, consolidando la base de lo que será nuestro gusto: único e irrepetible.

Esta situación de único, personal e intransferible, es lo que lo invalida para ser parte del lenguaje de un diseñador.
El profesional que desarrolla actividades proyectuales investiga, analiza, saca conclusiones y propone un diseño que tiende a dar respuesta y se justifica en ese proceso.
No tiene lugar en ese desarrollo decir “me gusta”, porque de enfrente se le puede contestar “y a mi no me gusta”, y se terminó el proyecto.
El proyectista debe dar respuestas funcionales y estéticas en base a su formación específica y su experiencia. Sus decisiones proyectuales se justifican y revalidan en ellas.

"Buen gusto" como norma equivale a una amonestación para que neguemos nuestro sincero gusto y lo sustituyamos por otro que no es el nuestro, pero es "bueno". José Ortega y Gasset 


Confiar en el “buen gusto” a veces puede jugar una mala pasada
Años atrás a una diseñadora (gráfica) un estampador le solicitó que hiciera algunos diseños con determinados temas para unas remeras que serían vendidas en el barrio de Once, de Buenos Aires.
Después de varios intentos arribó a unos diseños que fueron aceptados, pero la gran traba para terminarlos era el uso del color, ante cada propuesta la respuesta era siempre la misma: “No es lo que estoy bucando” le decía el estampador.
Ante la repetida insatisfacción el cliente le pidió el diseño sin colorear, y se lo dió a uno de los empleados de la imprenta: “Ponéle los colores que te gusten”. Ante los ojos de la diseñadora, las formas iban adoptando combinaciones cromáticas imposibles. Para ella lo que veía era de muy mal gusto, su propuesta de paletas armónicas y sutiles caían bajo las feroces tintas fluo.
Cuando finalizó la obra, la satisfacción del estampador era absoluta: eso era lo que estaba necesitando.

En este caso ella no supo entender que su buen gusto no era el mismo que el buen gusto de quien le encargaba el trabajo, y mucho menos de quien lo iba a usar.
No pudo, no quiso o no supo trasponer las diferencias, para comprender el problema y resolverlo adecuadamente.

"El principal enemigo de la creatividad es el buen gusto."
Pablo Picasso 

Cuestión de estilo

La aparición del “Estilo” en el diseño suele ser habitual, y muchas veces buscado por los diseñadores. Ese rasgo que identifica al generador y que impregna la pieza puede ser muy bueno. O muy malo.


El estilo en el arte
Me ha tocado estar presente muchas veces en discusiones sobre el objetivo del arte, debate que se da permanentemente entre los artistas y que parece ser un tema que los desvela. En un extremo están los que piensan que el artista es un trabajador más que ejerce su oficio, en el otro los que sostienen que el artista carga una misión suprema que tiene entre sus objetivos salvar el mundo. Analizando todos sus matices, me animo a proponer una síntesis: la realización artística busca en primera medida satisfacer a su hacedor. El artista necesita su satisfacción personal como objetivo primero. En una segunda instancia busca generar una reacción en el posible observador: placer, rechazo, alegría, angustia, etcétera.
Cruza la realización artística la variable subyacente del tiempo, o más precisamente la permanencia: la obra de arte eterniza al artista, la obra que perdura inmortaliza a su autor.

Cada artista, en su realización, busca su estilo: una forma de hacer su obra que lo identifica.
La obra es parte de su identidad. Y él está en su obra. Artista y obra se van fundiendo en el tiempo.

El estilo en el diseño
El término diseño cada día se hace más amplio, incluyendo diversas actividades que no son necesariamente parecidas. Tomo el grupo vinculado a decisiones proyectuales, que tienen por objetivo la solución de un problema.
Según el tipo de diseño que se desarrolla, la aparición del estilo puede colaborar o interferir en la meta buscada.

En el diseño gráfico la aparición del estilo del diseñador suele ser habitual. Al observar una pieza nos podemos dar cuenta de quién la diseñó.
Revisemos el esquema básico de comunicación: un emisor genera un mensaje que tiene que superar el ruido para llegar a un receptor.
En esta relación cualquier elemento que interfiera en el camino del mensaje desde el emisor hacia el receptor se considera ruido.
En este esquema no hay lugar para el “estilo del diseñador”. Porque el mensaje no tiene por objetivo que se identifique quién lo generó, tiene que llegar con su carga de contenido al receptor lo más limpio posible.
Si el mensaje evidencia a través de su materialización quién lo ha generado, esta carga informativa adicional es perjudicial, porque no debe estar allí. En esta situación, el estilo perceptible del diseñador se transforma en ruido en la comunicación.


Diferente es el caso de la moda o el diseño de indumentaria. Allí entran otras variables, y suele ser positivo para la pieza —y sobre todo para quien la porta— que se evidencie el diseñador, especialmente cuando es reconocido.
Cuanto más “famoso” es el generador del objeto, y más se note en el mismo, mejor.
No por casualidad, las carteras de Luis Vuitton gritan a los cuatro vientos que son Luis Vuitton. Muchas compradoras no pagarían el costo de esas piezas si así no fuera.
En este caso el estilo que identifica al diseñador es un valor agregado para el objeto de diseño.

Volviendo un paso atrás, este concepto se puede aplicar también al diseño gráfico: cuando un diseñador es reconocido y valorado por su trayectoria, se lo contratata justamente para que se note. El valor de la pieza se centra en el diseñador y no (solamente) en el mensaje.
Ahí suele pasar que el mensaje fundamental es demostrar que la empresa es tan importante —o innovadora, o de avanzada, etc.— que contrata a ese diseñador.


En la arquitectura también aparecen estilos reconocibles, cruzados a menudo por las tendencias de época.
Este estilo en construcciones, que se basa especialmente en su resultado estético, suele inclinar la elección por un arquitecto y no otro.
En las grandes ciudades con grandes edificios, estos empiezan a tener marca. Lo importante no es qué van a contener, para qué se va a usar o su emplazamiento dentro del contexto urbano, lo fundamental es que es un diseño hecho por.
Lo que tiene mucho más trascendencia en la arquitectura que en los ejemplos anteriores, es que las edificaciones construyen el espacio urbano y son —en gran medida— responsables de la imagen de las ciudades. El arquitecto debe ser consciente de la ciudad en que se desempeña y cuál es el proyecto urbano de la misma. La construcción puede potenciar la imagen de una ciudad o romperla. Un rascacielos de vidrio y acero acentúa la imponencia de Manhattan, pero en el medio de Bariloche es un atentado.

Moda y diseño

Si bien las modas y las tendencias se asocian, en una primera instancia, al mundo de la vestimenta y la indumentaria, están siempre presentes en diversas áreas y muchas veces consolidadas en las actividades proyectuales.
¿Eso es bueno o es malo?


Moda
Para poder analizar el tema debemos definir ciertos conceptos.
Podríamos decir que la moda tiene una condición esencial: debe ser efímera. La razón de ser de la moda es su finitud próxima, para dar paso a la siguiente. Esta vigencia temporal está dada por ser un objeto de consumo y, como imponen las reglas de mercado, debe reemplazarse permanentemente.
Se puede concluir que la moda es un hecho permanente, de renovación constante.

Tendencia
La tendencia aparece cuando muchos se vuelcan en una dirección similar. En el contexto de la moda, generar tendencia es imponer los lineamientos o características próximas.

Diseño
El diseño es una actividad proyectual, en la que se busca dar solución a un problema o conjunto de problemas. Se parte de un análisis de la realidad existente, y se generan acciones tendientes a llegar a una realidad deseable.

Cuestión de tiempo
En el campo de la arquitectura o la comunicación, el diseñador propone una solución elaborado en base a las condiciones y carácteristicas analizadas, brindando una respuesta a la medida de las necesidades y posibilidades. Esto es, un producto único y especial.
Una de las particularidades más importantes del problema a resolver es su necesidad de vigencia. Es decir, cuánto tiempo deberá permanecer vigente y útil la cosa diseñada.
Según el área de desempeño, el condicionante temporal es diferente para el diseñador.
La duración del motivo de diseño puede ser de unos segundos a miles de años.
El encargado de diseñar los fuegos articiales trabaja para que su exhibición dure sólo algunos unos instantes, en cambio los proyectistas de las pirámides egipcias las hicieron para que fueran eternas.


Si pensamos en el diseñador de indumentaria, su trabajo también está condicionado por el tiempo: la ropa de trabajo debe ser resistente y durable, la colección de verano de una determinada marca debe durar eso, menos que un verano.
En la comunicación los plazos también son cambiantes, una campaña publicitaria puede permanecer días o meses, pero la marca de una empresa se piensa para que sea lo más durable posible.
En la arquitectura la durabilidad esperada suele ser más larga, bastante más larga.


Los clásicos
Tiene mucho que ver con la eternidad. Los clásicos son la excepción a la regla. Pudieron ser moda, pero la superaron. El tiempo pasó y siguieron seduciendo, y lo siguen haciendo. Convocan, generan un lazo afectivo que supera las generaciones.
Mozart, La Cenicienta, el jean, Maradona.
¿Tendrá que ver con la calidad o la genialidad?


¿Y la moda?
Justamente la moda introduce en las actividades proyectuales la condición de efímero.
El gusto por lo que está de moda, nos condiciona el resultado del diseño a un determinado momento en el tiempo, y a una duración relativamente breve.
La moda es el gusto en común, de un grupo determinado, en cierto momento.
¿Que pasa cuando el grupo es otro o cuando el tiempo transcurre?
Ese resultado de diseño que tanto nos satisfacía empieza a perder encanto, y termina por disgustarnos. Pasó de moda.

En el campo de la arquitectura, el uso de recursos de moda es una decisión de riesgo.
Las modas están hechas para pasar, y las construcciones para durar.
Parece que la esencia de ambas es contrapuesta, por lo que su matrimonio no puede durar demasiado.

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Recuadro: Actualmente, desde los medios, se asocian moda y diseño muy pegados, muy cerca, casi lo mismo. Se les llama diseñadores a modistos que confeccionan ropas para un desfile.
Pero animarse a diseñar, y hacerlo, no lo transforma en diseñador.
Como define el ICSID: el término Diseñador se refiere a una persona que practica o ejerce una profesión que domina las implicancias éticas de su ejercicio y no simplemente una ocupación o un servicio para empresas.

La comunicación y la arquitectura

El espacio urbano está poblado de mensajes. La comunicación se da en forma permanente, no sólo a través de los mensajes directos (como un afiche, una marquesina o un grafitti) sino —y sobre todo— en los menos evidentes.

¿Lo dije sin intención?
Para dibujar el terreno, dividiremos los mensajes en dos grandes tipos: los intencionales (fueron generados y emitidos con el objetivo de decirnos algo) y los no intencionales (son situaciones comunicacionales que se dan, sin que ese fuera el objetivo).
En esta nota nos abocaremos al primer grupo, y el segundo, que es muy rico, lo dejaremos para un desarrollo posterior.

La parte y el todo
El precepto fundamental del la arquitectura en el diseño del espacio es responder a la función. Parafraseando la medicina, la función hace al órgano.
El proyecto busca responder a necesidades concretas de funcionamiento, optimizando al máximo el espacio, habitabilidad, confort y los recursos disponibles.
En términos generales, la apariencia exterior está determinada por ese resultado en el funcionamiento interior, más un mix entre el criterio del arquitecto y el gusto del cliente.
Si bien puede ser lo usual, es una lectura simplista del proceso de construcción de la imagen.
La edificación es parte de un contexto urbano —parte muy importante— y con gran incidencia sobre éste. La sumatoria de apariencias de las edificaciones nos determina el paisaje de la ciudad: ingrediente fundamental de la calidad de vida de los ciudadanos.
La decisión del cómo se ve, debe evaluar la responsabilidad de esa construcción en su medio.
En muchos barrios privados el diseño de las edificaciones, los materiales, colores, alturas, superficies construidas y de verde, tipo de divisorios entre lotes, etc. están meticulosamente reglamentados, para cuidar la apariencia y uniformidad del barrio.


El caso contrario son los barrios de viviendas del estado: para optimización de recursos y velocidad constructiva, todas las casas son idénticas.
Esto generalmente produce en sus habitantes la necesidad de diferenciación, la uniformidad atenta contra su identidad. Es muy habitual que cada propietario le haga modificaciones para que su casa sea diferente del resto. Esto evidencia la necesidad de construcción de barrios con viviendas personalizables.


Identidad e imagen: Ser y parecer
Si analizamos más en profundidad el potencial comunicativo de un edificio, es esencial pensar en la unidad entre identidad (qué es, cuáles son sus características particulares) y cómo es su imagen.
Un laboratorio bioquímico debe tener una apariencia acorde con la actividad que desarrolla, y no parecer, por ejemplo, una escuela o un restorán.
No sólo tiene que funcionar como un laboratorio bioquímico, debe parecerlo.
Esta información que su diseño transmite es importante para su reconocimiento y ubicación.

Pero el diseño exterior no sólo nos dice qué es lo que se hace ahí, también nos puede decir cómo se hace.
Siguiendo con el ejemplo, un laboratorio bioquímico debe transmitir seguridad, precisión, control, higiene, exactitud... estas características se pueden destacar mediante la elección de los materiales constructivos y el diseño de las formas.
En el interior sucede lo mismo: el mobiliario y la decoración deben responder a los mismo ejes comunicacionales.

El soporte
En el caso de la arquitectura comercial, el edificio no sólo comunica por su materialidad y forma, debe ser además soporte de mensajes.
Siempre que hay una actividad comercial, es necesaria su correspondiente estructura de comunicación.
Tome la forma de cartel, marquesina o escultura, la comunicación estará presente.
En el proyecto del edificio se debe prever los espacios para la gráfica.
Es muy habitual que una vez terminada la construcción se tenga que poner sobre el edificio los elementos comunicacionales sin que tengan un espacio previsto, siendo un problema difícil de resolver para que la intervención no sea un parche sobre el frente.
Lo ideal para este caso, es el trabajo conjunto del diseñador del edificio con el diseñador de la comunicación para que la interrelación entre la construcción y su discurso sea sinérgica y funcionen como una unidad.

Cómo hablan los objetos

Cómo hablan los objetos

En nuestro universo cotidiano convivimos y hacemos uso de un sinnúmero de objetos, desde un abrelatas a un edificio. Aunque no les prestemos demasiada atención, tienen mucho para decirnos. Preparáte un mate y seguimos.

Forma y función
La mayoría de las actividades proyectuales tienen una misma estructura. Comienza por la necesidad de resolver un problema. Se investiga las características del mismo y su contexto, otras soluciones a situaciones similares, se analiza el conjunto y se sacan las conclusiones. Sólo ahí se encara la solución.
En síntesis, el resultado —la forma— está determinado por la búsqueda de solución de esa necesidad —su función—.
Pero el cuento ahí no termina. Esa “forma” nos “informa” —si es un buen diseño— sobre su función.

La pava
Una pava tiene una forma muy especial, determinada estrictamente por su uso: contener el agua para calentar al fuego, un pico de cierta extensión para poder verter el líquido dentro del mate y una manija lejos del fuego, de un material que no se caliente para poder sujetarla sin quemarse.
Su comunicación también es clara, el objeto nos “cuenta” cómo se usa. Y de yapa, su denominación se lo debe a su apariencia: se asemeja al ave que le da nombre.

La pava eléctrica, donde la comunicación se carbonizó
No hace mucho, llegó como regalo una pava eléctrica.
El artefacto tiene adentro, en su parte inferior, un dispositivo eléctrico que detecta la temperatura del agua. Al apoyarla sobre la base (que se enchufa a la red eléctrica) calienta el líquido a la temperatura justa para el mate. Una solución linda, cómoda.
Se nota que al diseñarla, pusieron esfuerzo en que se parezca lo más posible a una pava tradicional... y ese fue su enemigo, es ahí donde la comunicación se fracturó.
Una amiga de visita se puso a preparar el mate y utilizó la pava eléctrica, pero ¡la puso sobre el fuego!
En este caso la comunicación falló. El aparato supo decir “Soy una pava”, pero le faltó la parte de “eléctrica, no me pongan sobre el fuego”.
La pava tradicional, gracias a un problema de comunicación, recuperó su lugar sobre la cocina.

Forma y función vs comunicación
Sigamos cebando mate. Ahora con un termo.
Se podría decir que es un primo de la pava, ya que tiene una función similar.
Pero algunas diferencias cambian drásticamente su forma.
Ambos sirven para cebar mate, pero uno se posa sobre el fuego (de ahí su forma, material, posición de la manija, proporciones, etc.) y el otro debe mantener el agua caliente el mayor tiempo posible y como la pava eléctrica ¡no se posa sobre el fuego!
Va la pregunta: ¿no hubiera sido más adecuado que en vez de ser pava eléctrica fuera un termo eléctrico? Ponemos el termo a calentar... y derecho al portatermo.

La jarra por termo
Hace unos días en casa se rompió el termo. Al rato decidimos ir con los chicos al parque y llevar el equipo de mate. Ante la ausencia del finado, ocupó su lugar una jarra térmica que mantiene muy bien la temperatura del agua.
Esa decisión correcta desde lo funcional (tiene un pico cómodo para cebar, mantiene bien la temperatura, tiene un tamaño y capacidad adecuados para la actividad) generó nuevamente un problema de comunicación: cebar mate con esa jarra generaba cierta incomodidad “social”, por llamarla de algún modo. Como decían las gurisas cuando éramos chicos: es un quemo.
La jarra gritaba a los cuatro vientos “soy una jarra, no tengo porqué estar acá cebando mate”. Y todos le escaban al rol de cebador, porque no era una situación cómoda.
En este caso, el diseño de su apariencia estaba pensado para otro uso, y su utilización allí quedaba fuera de contexto.

Los objetos nos hablan
En la mayoría de los casos el diseño de objetos contempla la inclusión en su apariencia de información (para su utilización, posicionamiento, etcétera).
La decodficación de esa carga informativa es un juego que nos permite conectarnos por un momento con su diseñador y nos brinda la posibilidad de analizar y conocer un poco más nuestra realidad inmediata.

RECUADRO
Con los edificios sucede lo mismo, su construcción está determinada por su función, pero por otro lado son un objeto de comunicación. A través de su diseño nos cuentan qué es y cómo se usa, cómo son sus propietarios, cómo se hacen las cosas ahí dentro.