miércoles, 21 de noviembre de 2007

Arquitectura, gráfica y comunicación



Una integración positiva

Dando un paseo por Bs. As. me encontré con una heladería (Persicco) que es un buen ejemplo de la sinergia que se produce cuando diseñadores gráficos y arquitectos trabajan en conjunto.

Los partidos formales
Si bien a través de la observación se pueden intuir, prefiero no arriesgar cuáles son los conceptos que le dieron origen a la propuesta visual que nos encontramos. Lo que sí está claro a simple vista son las reglas formales que se utilizaron en el trabajo de esta sucursal, que con claridad atraviesan todos los elementos arquitectónicos y comunicacionales.
El diseño de marca tiene una fuerte presencia, que arrastra o condiciona todos los elementos presentes.

Su isotipo (la parte diagramática, las tres gotitas), con sus curvas tan definidas dentro de una caja cuadrada, determina el uso de las formas en todo el local, no solo en la parte gráfica sino también en la arquitectura. Esas curvas y cuadrados se reinterpretan todo el tiempo, dando lugar a distintas propuestas pero dejando siempre su impronta.



Un claro ejemplo es el cielorraso, que se recorta con una gran curva y la misma se destaca con una raja iluminada. En su superficie se encuentran diseminados cuadrados que son fuentes luminosas.
La puerta de acceso también está inscripta dentro de un cuadrado.

Otro elemento que se destaca en el interior del local, sobre la vidriera, es un espacio de juego para chicos que está delimitado por una barra. Su planta describe la forma de la gota, pero con una propuesta novedosa en su diseño que evita que sea redundante formalmente y le da mejor funcionalidad (el marmol superior se interrumpe y cambia de nivel, generando mesas independientes).

Es destacable en los proyectistas la clara concepción de que la arquitectura también es protagonista en la comunicación, en este caso de la imagen de marca.

Constantes y variables
En un programa de identidad e imagen corporativa es fundamental el equilibrio entre las constantes y variables.
Las constantes se repiten una y otra vez, en todas las emisiones, proponiendo el discurso de fondo que nos permite reforzar la imagen de la marca.
Las variables son elementos nuevos o diferentes, que se van incorporando para generar renovación en el discurso y poder satisfacer las necesidades de los mensajes particulares.
Un ejemplo concreto. La marca Coca Cola se puede recononcer facilmente por sus constantes. Las formales: tipografía cursiva o caligráfica para su logotipo, color rojo dominante, cierto uso de la curva. Las constantes conceptuales: clima de diversión sana y distendida, reunión familiar, afectos.
Segmentando el análisis sólo a sus etiquetas: en ellas habitualmente se introducen variables: ilustraciones navideñas para esa época del año, figuras deportivas en los mundiales, personajes de películas, gráfica de concursos, etc.
Ese diálogo e interacción entre las constantes y variables construye la imagen de marca, la sostiene en el tiempo y permite que fluya sin perder vigencia.

La comunicación aplicada
Esas decisiones proyectuales sobre el edificio y sus formas se verifica y complementa en la gráfica aplicada dentro del local.
En las piezas comunicacionales se destaca el uso del cuadrado como base para la división de los campos y la aparición permanente del isotipo (cuadrado con gotitas).
La paleta cromática seleccionada está dominada por los cálidos (marrones, anaranjados, ocres, bordó). Las fotografías son luminosas, predominando la imagen de producto acompañada de imágenes de personas felices (en general escenas familiares).

Los objetos
Se destaca también el diseño de objetos y mobiliario bajo las normas formales establecidas.
Las sillas, en sus distintos modelos, tiene una perforación en su respaldo con el isotipo.
La forma de la caja contenedora de la moto de reparto también se inspira en las mismas curvas. Esto es un gran acierto, ya que en la ciudad desde muy lejos se reconoce la marca sólo con ver este elemento. Lo mismo pasa con los recipientes contenedores para los productos, transformándose en un objeto que se traslada a distintos lugares con su impronta permanente.

No escapan a esta regla el cartel de precios y la tacita para helado, la parrilla difusora de las heladeras, o los artefactos luminosos del exterior.

Si bien por momentos se percibe cierta redundacia, especialmente en el uso del isotipo, este trabajo evidencia muchos aciertos destacables como producto de la interacción entre diseño arquitectónico y comunicacional.

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